Es el otoño en Londres, en el Hide Park londinense ya fresco y húmedo, todavía sin nieblas, amarillo y rojizo, leno de matices cálidos.
Es sobre todo una sensación, un deseo de lograr estar, de pasear mientras los aromas de las hojas húmedas del otoño nos van complementando el recorrido.
Es casi seguro que las ardillas nos contemplen mientras tanto y que las busquemos con la mirada. Todo forma parte del todo londinense.