Cuando nos vamos a la cama a dormir necesitamos calma y tranquilidad, pero es normal que nos llevemos todos los problemas diarios o acumulados y se despierten precisamente cuando nosotros queremos descansar y dormir.
Es normal que al relajarnos nos empiecen a dar vueltas en la cabeza todos los problemas pendientes de solución. Al no estar centrados en nada en particular lo fácil es que nos asalten los problemas retenidos.
Por eso es fundamental que al ambiente de la habitación facilite la calma y la relajación, con una luz débil y cálida, con una temperatura de entre 20 y 22 grados si es posible, con olores tranquilos tipo incienso y si es necesario algo de música suave y tranquila de ambiente.
Desnúdate y ponte con ropa muy cómoda, incluidos unos calcetines suaves para poder pisar el suelo sin frío. Ponte dos barreños con agua, una caliente y la otra fría, con bicarbonato. Alterna tres minutos en cada agua durante un par de veces al menos y luego tras secarlos da un masaje de pies con una crema hidratante.
Una vez ya en la cama ocupa tu mente con algo que tu mismo provoques. Algo que sin mucha importancia te vaya llevando poco a poco hasta el sueño. Piensa en algún proyecto fácil, unos escritos a medio redactar, una obra de arte, una visita, un recuerdo de algún lugar amable, qué responder ante una entrevista, ponerte a jugar o a practicar algún deporte con la mente, recordar viejos tiempos, etc.
Juega mentalmente a responder una entrevista de un periodista y haz los dos papeles. Ponte a imaginar que metes canastas al baloncesto desde la línea de tiros libres, piensa que estás pescando en un río conocido, etc.
Y recuerdo que hacer ejercicios de respiración o de yoga también ayudan a superar estos tiempos en los que debes dejar la mente en blanco o al menos no cargarla con los problemas diarios sin resolver.