En el comedor hotelino del desayuno buffet nos hemos juntado con 20 niños de unos 12 años, estudiantes de un país pobre y lejano. Iban con 4 profesores jóvenes y una institutriz cincuentona que era quien los dirigía en el salón.
La formación es siempre elitista. Por eso es fundamental que pueda alcancar al mayor número de capas sociales. En España también se quedan fuera grupos que aunque disimulados no pueden acceder a la misma formación aunque si lo hagan a los mismos colegios. Pero olvidémonos ahora de España.
El caso es que dentro de 20 años, en este país lejano volverán a mandar los mismos grupos sociales pues son los que ya de niños se forman bien y en calidad. Conocen, amplían, viajan, intercambian, comparan. El resto de niños, la inmensa mayoría, nunca podrán saber lo mismo y por ello nunca se podrán defender igual. Nunca sabrán comparar.
La formación es sobre todo libertad, es acceso a la felicidad y a la riqueza, es la entrada al cambio. Por esto los que ya están asentados no quieren que haya formación por igual para todos, pues ellos no necesitan el cambio.