Todos necesitamos cada día un espacio propio, un tiempo personal para la meditación y la calma, para reencontrarnos con nosotros mismos, para poder poner a cero el contador de nuestras energías interiores. La meditación activa nuestra voluntad, el sosiego y la paz interior, nos limpia la mente de toxinas absurdas, nos hace un reset al cerebro.
Hay muy diversos ejercicios para hacer bien la meditación. Desde los más sencillos a los complejos, desde los que utilizan preferentemente el yoga a los que emplean técnicas propias de relajación. Se trata de hacer unos ejercicios que nos relajen y nos concentren, tranquilicen el sistema nervioso y a la vez fortalecen nuestro sistema propio de defensa.
Hoy se admite que la meditación funciona perfectamente en personas con depresión y ansiedad, en personas con graves problemas o que necesiten entregar el máximo en su actividad diaria o incluso con personas que atraviesas problemas de sueño por problemas psíquicos.
Y lo más importante es que funciona en cuanto a resultados como una dosis de pastillas químicas. Pero eso si, bajo el control de los mismos médicos que te han recetado las dosis de medicación. Nunca debemos decidir por nuestra cuenta ante este tipo de medicaciones.
Hacer meditación se debe volver una actividad diaria y constante para mantener sus buenos resultados. Practicar nos ayudará a entender mejor los mecanismos y a ser más eficientes con la propia meditación.
Y recordar para finalizar que una cosa es hacer meditación y otra bien distinta tener creencias religiosas o similares que muchas veces acompañan a algunos tipos de meditación. No tienen nada que ver y se debe hacer relajación con independencia de las creencias religiosas de cada uno, sean del profesor, del que practica y aprende o de los que están en la clase. Si intentan convencerte de algo distinto a la propia meditación debes objetivar todo y elegir con libertad.