Tras el diagnóstico de un cáncer viene la gran dureza del tratamiento, en general con quimioterapia, que es un cóctel muy agresivo de medicamentos químicos en unas dosis brutales. Pero de momento imprescindibles para detener el avance de la enfermedad y vencerla.
Cada día sabemos que se intenta un tratamiento muy personalizado, cada vez se hacen más controles a los enfermos para adaptar el tratamiento en cada sesión según sus síntomas, el avance o retroceso de la enfermedad y los efectos secundarios que produce. Cada día se conoce más el efecto que la quimioterapia tiene sobre la totalidad del cuerpo humano. Y asumimos todos que estamos en la prehistoria del tratamiento de enfermedades como el cáncer.
Pero en los últimos tiempos, hay estudios que nos indican que además de los efectos secundarios que son fáciles de ver, hay otros más escondidos a los que debemos prestar una gran atención.
Hay pacientes con sesiones de quimioterapia que a las pocas semanas o incluso a los años de haber recibido el tratamiento, empiezan a sufrir vacíos mentales, equivocaciones, errores cerebrales, que hasta ahora se atribuían al estado psicológico del enfermo y que ya se sabe que la propia medicación oncológica es la que crea estos estados que llaman “neblina cerebral” y que crean confusión y problemas de coordinación o despistes absurdos.
Lo importante es conocer los síntomas, saber que suelen crecer con los meses y años tras el tratamiento y que debe conocerlos el médico que trata a los pacientes para bien evitarlo o para tratarlos como un síntoma más. Como importante es conocer también que estos efectos no afectan a todos los enfermos, sino que cada uno de ellos responde de una manera distinta a la quimioterapia.