La Catedral del Mar de Barcelona no se puede explicar ni en 800 páginas. Es un lujo solo al alcance de los que van hasta ella y entran a escucharla. A escuchar su silencio, se entiende, el sonido de las piedras quietas. Su iluminación es ejemplar. Muy justa, selecta, elegida. Es una iluminación negra, oscura, escasa. Es penetrar en los siglos y obligarte a pensar.