Es muy complejo retener la atención de los posibles lectores. El tiempo es suyo y lo utilizan para lo que quieren. O somos rápidos creando espectativas o se escapan.
Este edificio de Vitoria es un simple ejemplo de muestra que nos díria al contemplarlo desde aquí que merece unos segundos cuando menos de contemplación al pasar a su lado. Es diferente y moderno, es curioso y no sabemos qué contiene, es de color diferente a su entorno y sus ventanas llaman la atención. Parece tener todo.
Pero una vez que urbanamente se conoce, ya no se le presta atención exterior. Necesitamos llenarlo de uso, de vida, de contenidos. Conseguir que el viandante entre y se quede, disfrute o sufra.
Un relato son palabras y solo hay pocas líneas —cuando no pocas palabras— para retener al lector. Pasadas estas, aunque se esconda la maravilla, ya nadie continúa leyendo.