Cuando de cada sociedad vamos restando los jóvenes que se tienen que escapar, los mayores por que ya no están activos en tecnologías y no se valora su experiencia, los mediocres que se esconden esperando que escampe solo, los desafectados por que ya no creen ni en dios y los militantes por que quieren modificar algo pero no les dejan, quedamos tú y yo. Un mal escribidor y un lector que se ha perdido.
Poca cosa para molestar al sistema "ancladamente" fijado para no moverse ni un ápice, aunque mil tipos como nosotros soplemos aire.
Quedamos pues los mediocres quejicas; los demás han huido y nadie sabe cómo ha sido. Bueno, los que manejas los hilos sí saben como lo han logrado; tanto, que lo volverían hacer a poco que seamos más los que soplemos.
Pero en la mediocridad nuestra está la penitencia. Como somos pobres de espíritu nos tenemos que mover más, debemos resultar molestos y cargantes a costa de repetir mil veces mil los mismos zumbidos, hasta parecer que somos muchos. Solo así haremos ruido. Y eso si, disfrazarnos de diferente clase de abejorro para disimular, que los que dominan el cotarro se fijan en nosotros y debemos parecer muchos
Se ha pasado la hora de quejarse, del análisis y la pena. Ahora toca plantear iniciativas aunque parezcan locas, pues solo de ellas lograremos sacar alguna válida. Actuar y atrevernos, dejar de soñar dormidos y hacerlo despiertos. Creer en nosotros. ¿Cuando vas a empezar a creer en tus posibilidades?