El nombre de un producto es la primera publicidad válida del mismo. Muchas veces tenemos solo interiorizada la calidad del mismo al escuchar su nombre, la marca. Esa ventaja, enorme, solo se consigue con muchos años de trabajar bien la marca y de ofrecer una calidad suficiente con arreglo a lo que se espera de ella.
En nuestra memoria permanece el nombre de “Linimento Sloan” como la marca de un medicamento de nuestra niñez, no que lo tomáramos nosotros, sino que se lo ponían nuestros padres o abuelos. Era una pomada aceitosa para los dolores articulares, ciáticas, tortícolis o contusiones varias. Y decían que era el bálsamo de Fierabrás, que debía ser un tipo muy listo. Se anunciaba en la misma etiqueta como un “mata dolores” y a fe que los debía quitar pues lo seguían utilizando los adultos. Hoy lo he encontrado en una farmacia de mi barrio y no he podido contener el recuerdo, ni la mano que quería hacerle una fotografía de recuerdo. Debí entrar a preguntar si todavía se vendía.