El Gobierno en España ya nos ha presentado las previsiones detalladas para el año
2017. Que está bien esto, un detalle que nos avise con cuatro años de antelación en qué punto estaremos con un montón de datos macroeconómicos importantes.
Pero nadie se lo cree. Ni ellos. Hablar qué sucederá en nuestra economía con cuatro años de antelación, y pensar que nos lo vamos a creer es de premio. No son capaces de acertar con el desempleo trimestral como para saber el PIB del 2017 como si el mundo no se estuviera moviendo todos los días.
Si son los objetivos a desear están cortos, pues deberían hablar de metas donde el empleo se resolviera por millones para sacar a España del caos. Si son solo objetivos no dejen de ser optimistas a raudales, pues lo necesitamos. Pero ni son previsiones reales ni son deseos milagrosos. Son ganas de ganar las próximas elecciones europeas a costa de disimular la realidad, de poner cara de actor de teatro de barrio.
No nos engañamos ya nadie. Los que son fáciles de engañar no leen estas noticias, los amigos del PP se creen esto y mucho más y los que somos críticos no nos creemos nada de nada, incluso de nuestros amigos ideológicos. No es el desencanto, es el hartazgo.