Los consumidores tenemos el poder de la decisión sobre nuestro dinero y consumo, y por ello de la rentabilidad de las empresas. No es necesario ponernos todos de acuerdo en algo; a la hora de consumir con dejar de hacerlo un 10% hundimos la rentabilidad de una empresa. Esto hay que analizarlo en la doble vertiente: como consumidores y como gerentes de marca o de empresa, para evitar conflictos de imagen.
El caso de CocaCola con los despidos en España en el año 2014 fue un intento fallido de presionar a la marca con una crítica a lo que cuesta millones de mantener: la marca de la empresa, el nombre del producto.
Pero las ventas no bajaron lo suficiente y el intento de presión aunque hizo su efecto a la hora de pactar las bajan incentivadas con unas indemnizaciones mucho más altas, no logró frenar el cierre de cuatro fábricas.
Dos conclusiones claras.
Mantener una marca cuesta mucho y es fundamental para el éxito de un producto o una empresa.
Los consumidores tenemos el poder pero no lo ejercemos. La empresa también tiene poder y ella si que sabe emplearlo.