Hablaba el otro día sobre la economía del trabajo en el
futuro. ¿De qué trabajaremos dentro de 40 años? Yo de nada; me refiero a los
jóvenes de entonces, los que todavía no han nacido. Puede parecer una idiotez pero hoy debemos ir construyendo
poco a poco lo que será el mundo del 2050.
Sin avanzar levemente abriendo posibilidades no alcanzaremos
nunca los objetivos. Y hablábamos del crecimiento enorme que experimentará la
economía del ocio. Algo que ahora suena a bobo.
¿Podrían vivir las sociedades solo de retroalimentarse sin
producir casi nada de bienes industriales? Podríamos decir que para producir
“cosas” están ya los robot, no con piernas al uso, no de esos que salen en las
películas andando por casa, pero sí cada vez más ocupando el puesto manual de las
personas. Avanzaremos y mucho en que con menos personas se pueda producir mucho
más. ¿Y qué hacemos con el resto de personas que no tendrán trabajo si solo
tenemos las profesiones y su distribución actual?
El ocio y los servicios son la gran alternativa. Distribuir
los trabajos también, pero aun trabajando menos horas sobrarían personas pues
no podemos llegar por productividad a trabajar 3 horas al día o dos días a la
semana. En algunos oficios es factible, en otros sería un caos.
Lo cierto es que SI es posible crear sociedades que se
retroalimenten de su consumo, más que de su producción. Y que si modelamos tanto su producción
como su consumo es posible hacerlas funcionar.
Imaginemos (muy infantilmente) una sociedad que solo se
alimenta, necesita salud, justicia y ocio. El ocio es caro pero lo es para
producir y para comprarlo. Para importarlo necesitamos exportarlo. Para comprar
un iPad que lo venden desde EEUU (o Irlanda o China) tenemos que exportar sol o
literatura o gastronomía. No necesariamente necesitamos exportar coches. Ante
estas teorías surgen los grandes cambios de jornales que experimentarían las
pocas personas que se dedicaran a trabajos duros, de grandes esfuerzos. Pero
sale enseguida la teoría de los mercados, de los de arriba y los de abajo y uno
sospecha que casi todo es manipulable y adaptable para el beneficio de los que
menos hacen.