Los políticos que creyeron como buena la idea de meter en la OTAN a nueve países del antiguo Pacto de Varsovia serán de todo ante la historia menos inteligentes. Jugaban a que no saliera un político ruso que quisiera demostrar que el gran error de Boris Yeltsin era todavía subsanable y que reconstruir la Gran Rusia siempre es posible a poco que se empeñe el que tiene armas. Y su sucesor Putin ha soñado con volver a ser una gran potencia y la pagana será de momento Ucrania.
Ahora Europa y EEUU se reparten los miedos y las posibilidades de actuación pero yo hoy he visto a una familia ucraniana llorando, que hace pocos meses gozaba de un futuro agradable y ahora ha perdido a un familiar cercano sin saber todavía el motivo.
Las fronteras o las banderas son lo de menos, lo importante son las personas, pero nos empeñamos en querer dominar y jugar a las estrategias, olvidándonos que por cada movimiento de alfil le toca al contrario mover pieza. Lo de Ucrania hay que moverlo muy bien o se nos puede romper Europa.