Yo siempre animo a emprender, a poco que mi interlocutor se atreva a prestarme atención y me escuche unos segundos. No es nada fácil emprender, más bien se necesitan unos hábitos complejos, unas valías algo especiales, un poco de suerte y algún empujón. Pero si me encuentro a alguien que vale y que además cree en él mismo, le empujo aun sabiendo que luego me buscarán mucho más que si me callo.
Ahora estoy en este asunto con una mujer joven muy válida, que sabe trabajar muy bien en lo suyo, que no tiene miedos en trabajar para otros en Etiopía o en Venezuela o en Asturias y que está constantemente aprendiendo. Pero lo he dejado claro en las palabras anteriores. No tiene miedos si trabaja para otros. Pero tiembla si tiene que trabajar para ella. No tiembla ante las responsabilidades del trabajo, sino ante los líos legales, fiscales, contables, de los papeles como ella me dice.
Hoy le he planteado lo básico, derrotado ya de lograr otro paso nuevo.
—Olvídate en ganar dinero durante un buen tiempo; si hay ganancias crece, si hay trabajo crece, si hay facturaciones y se te escapa controlarlas contrata a un gestor. Paga con lo que serían tus beneficios a una persona que te haga bien todos los papeles, pero no abandones, no cejes de pelear por ser más grande. Si te dan miedo los papeles hoy, cuando empiezas, dedícate a lo que sabes hacer muy bien y aprende que un asesor es un proveedor más, necesario y muy útil, que te dará más tiempo laboral a cambio de un poco de tu facturación.
Espero haberla convencido con tal de que no se olvide que lo importante es asentarse en lo que ella sabe hacer bien.
Espero haberla convencido con tal de que no se olvide que lo importante es asentarse en lo que ella sabe hacer bien.
Y recordar; si en un trabajo de emprendedor no hay posibilidad de pagar a asesores, proveedores varios e impuestos suficientes para una cobertura social justa, lo mejor es plantearse qué debes hacer mejor y más beneficioso, pues la miseria está reñida con el crecimiento de una idea emprendedora. Una cosa es ajustar gastos, controlar inversiones, incidir en los mercados con un precio barato, y otra bien distinta pensar que solo es posible lograr asentar la idea, la empresa, desde la miseria emprendedora.