Vaso de sangría. Horroroso |
Si usted es americano, del norte o del sur, de centroamérica, estadounidense o chileno, si es mejicano, argentino o peruano, tal vez lo único que nos iguala parcialmente sea el idioma, al que por cierto no todos llamamos igual. Para muchos millones es el español y para otros es el castellano.
Es posible, que lo dudo, que usted viva en América, ese inmenso continente donde más hispanohablantes escriben y leen en el mismo idioma, y lo dudo pues internet no pone sencillo que usted y yo nos comuniquemos con facilidad.
Y es posible que le intrigue conocer algo más de España y de los españoles, de Europa y de este lugar que —lo admitimos— no todos ustedes saben exactamente donde está. Nos conoce por los todos, la sangría y la paella, por Cervantes y nuestras playas, por el flamenco y la siesta. Pero somos mucho más e incluso algunos de estos típicos colgantes ni lo somos.
Incluso parte de nuestras palabras no las utilizamos igual ni significan lo mismo. Así que deberíamos conocernos algo más ¿no le parece? para no equivocarnos mientras hablamos y leemos.
Nuestras políticas son distintas, pero debemos entender y conocer mejor qué políticas se hacen en Perú, Venezuela o Cuba para saber y comparar. Pero no hablo de políticas gruesas sino de las que más afectan a los barrios, a las personas.
Conocer las realidades educativas de Colombia o Uruguay nos puede servir para mejorar las nuestras. Saber qué se hace contra el fracaso escolar en Méjico o en EEUU puede ayudar a ser mejores para nuestra sociedad.