Aprender es sobre todo recordar lo aprendido, ser capaz de retener aquello que nos enseñan, lo que absorbemos interiormente y que debemos retener para el momento en que nos haga falta emplearlo. Aprendemos hoy pero no sabemos cuando lo necesitaremos. Por eso es fundamental recordar, interiorizar lo aprendido. Incluso olvidarnos de que lo sabemos, pero no olvidarnos de lo que sabemos.
Hay principalmente tres formas de aprender.
Aprendizaje verbal
Aprendizaje visual
Aprendizaje por prácticas
No todos interactuamos de igual manera con los tres sistemas de aprendizaje pues algunos dan más importancia mental de la media a uno o a otro sistema, pero lo demostrado es que el aprendizaje verbal es el más utilizado pero el que menos capacidad tiene para lograr objetivos perdurables, mientras que el aprendizaje por descubrimiento y práctica es el más eficaz pero el menos empleado y el más complejo de tener a mano.
Se calcula que solo entre el 10/15% de lo que leemos queda retenido y que entre el 15/25% de lo que nos dicen, de lo que escuchamos logramos guardar como experiencia. Estos son los dos pilares del aprendizaje verbal.
En cambio si se nos enseña con visuales logramos retener entre un 30/40% de lo que se nos muestra, llegando al 50/65% si además se nos hacen prácticas en el acto con demostraciones de lo que se nos explica.
Si logramos participar en la demostración podemos lograr retener hasta un 80% de lo que se nos está enseñando, que puede llegar al 90/95% si somos nosotros los que tenemos que realizar la operación que intentamos aprender, en el típico juego de error solución, donde nuestra capacidad para tomar decisiones son vitales para lograr los objetivos de la prueba y para así aprender de ellos. Por eso los aprendizajes antiguos de oficios o tareas tenían una capacidad tan enorme de crear profesionales, pues sobre todo se basaban en el trabajo de campo, en la responsabilidad por y para hacer las tareas, bajo tutela y asesoramiento, pero siempre practicando.