Barrio de Shiyaiya de Gaza |
Quien piense que estas violencias que vemos por los
telediarios son ajenas a nosotros se equivoca. Digo ajenas a ti y a mi. A
nosotros dos, a quien me lee y a quien escribe. El mundo está temblando y no
nos estamos dando cuenta. En serio. No es pesimismo, no es ser agorero, es
simplemente ver y observar lo que sucede.
La inmensa mayoría de nosotros, de los que paseamos por las
calles o estamos en los bares españoles, creemos que todo es algo que sucede,
pero que les sucede “a otros”, nunca a nosotros. Es una forma optimista de ver
las situaciones y de momento nos vamos salvando. Pero las violencias crecen sin
medida. Y curiosamente no hay organismo mundial que sepa y pueda pararlas,
dominarlas, gestionarlas, posicionarlas al menos en una medida aceptable.
Triste es asumir que yo os hable de violencias “aceptables”,
para contraponer lo que es un abuso desmedido de los terrores. Terrores de países, de religiones, de
terroristas, de gobiernos, de escondidos, de cambios de leyes, de calidades
humanas que se pierden, de hambre, de enfermedades que no se combaten por falta
de presupuesto, de inoperancia mundial.
La desafección hace que surjan otros modos de reclamación
social, no inscritos en las políticas normalizadas. Es la reacción lógica ante
la acción de privar al ciudadano de soluciones. Sea el Magreb, Oriente Próximo,
España, Escocia, o Grecia. Acción y reacción. Y tras ello… ¿qué? ¿Y si leyéramos
algunos libros de historia?
Desde la Europa occidental no sabemos hacer nada que no sea
controlar la inflación o el déficit. Pero no nos importan las personas ni las
políticas. Tampoco las políticas en el más amplio sentido de la palabra. Las
políticas de seguridad interna o externa, la políticas sociales, las de medio y
largo plazo. Tenemos en las fronteras de
Europa conflictos inmensos enquistados y de muy compleja solución. Ucrania y
sus zonas aledañas. Todo el sur del Mediterráneo; me da igual hablar de Siria,
de Israel y Palestina, de Egipto y Libia, de Argelia o incluso de Túnez y
Marruecos.
Pero tenemos a China visitando a los países iberoamericanos
que se llevan mal con Europa. ¿Alguien cree que los visitan por casualidad?
Tenemos conflictos mundiales con Corea, pero en esa misma zona tenemos varios
polvorines que China desea controlar mientras Japón o Rusia miran de reojo,
cada uno hacia un lado. Podríamos hablar de Irán o Irak, de Pakistán o
Afganistán o incluso de Somalia, por poner más ejemplos de descontrol mundial.
¿Son más ahora que hace un año? Si.
La inmigración de sociedades enteras es imparable, más si
estallara un conflicto mundial o semi mundial, de complicado control. Las
fronteras en la propia Europa están siendo movidas por Putín, poco a poco pero
sin pausa, sobre todo si su economía le va dejando margen de acción.
Nos creemos que lo importante es la autodeterminación de los
pueblos, cuando en realidad lo primero que se aprende en Primero de Políticas
Dictatoriales es “manipular al pueblo” para que todo se haga con el permiso del
pueblo.
El ejemplo de Gaza es sangrante. Por el cruel asesinato de
tres jóvenes israelitas han fallecido en dos semanas un total de 1.150
palestinos y 46 israelíes. Acción y
reacción. Cualquier chispa puede hacer volar por los aires la paz mal cuidada. No se trata de hacer guerras para
demostrar razones sino para controlar espacio geográficos. Vuelve a ser la
economía. El dinero. El poder puede ser de los políticos y los militares, pero
el dinero —que es lo que les importa— es de otros que nunca sabemos donde se
esconden, quienes son. Excepto que nos pidan perdón en algún comunicado
absurdo.