Era sabido pero no tanto cuantificado. Los votos de Podemos
surgen sobre todo del ciudadano cabreado y del votante de IU y de partidos de izquierdas
ajenos al PSOE, más que de otros votantes más centrados. Se calcula que entre
el 40% y el 50% de estos votos a Podemos vienen de antiguos votantes de
partidos de izquierda.
Esta pequeña revolución electoral es en estos momento un
terremoto callado pues todos los implicados hacen como que no va con ellos el
asunto. Incluso los hay que creen que ni será para tanto ni tendrán fuerza los
de Podemos para presentarse en las grandes ciudades para las próximas
municipales, y que incluso en el peor de los casos siempre es posible alguna
coalición puntual para apañar heridas.
Vamos bien (mal), como se puede intuir.
Mientras tanto el Partido Popular se frota la mano derecha
con el muñón de la izquierda, una vez que ha logrado asustar a Puyol y meter en
una cueva a Artur Mas. Con Cataluña, si no fuera por el poder latente de ERC,
ya habría logrado Rajoy un cambio electoral adelantado.