Ahora nos aparece un neurólogo y nos dice a la cara que
debemos ir pensando en la posibilidad de aprender un segundo idioma de adultos,
pues es tan sencillo como de jóvenes. Y encima va y nos dice que uno de los
grandes beneficios de ser bilingüe es que al hablar o escuchar lo hacemos con
más atención, con más calma, pensando bien qué decimos. Y que además tenemos la
menta más abierta, mejoramos nuestras capacidades cognitivas.
Todo esto está bien, pero que nos diga que siendo adultos de
canas podemos aprender un segundo idioma si nos lo proponemos, joroba, pues se
nos hunde la excusa que siempre habíamos empleado para decir no con rotundidad.
—¿A qué años voy yo a saber hablar inglés?— decíamos todos a
modo de excusa real. Algunos nos respondían, pero para jodernos.
—Con los mismos que si nunca decides aprender inglés— nos
respondían para liarnos todavía más en nuestra decisión.
Este Thomas Bak ha venido para fastidiar, sin duda, para
obligarnos a…, ¿Y no sería maravilloso conocer qué escriben en internet miles y
miles de personas interesantes? ¿han visto alguna vez un capítulo de series
americanas sin doblar? ¿y algunos de esos poemas de los grandes de la música?
Snif.