Ya no hay que ir a Suiza para esconder los dineros. Ya no se
estila tampoco los colchones ni las entretelas, ahora lo que mola es llevarse
el dinero a la isla de Jersey. Mola mucho si tienes mucho. Curiosamente este
paraíso fiscal está aquí al lado, como si fuera Andorra más o menos. Entre
Francia y Reino Unido, en medio del Canal de la Mancha. Un buen lugar para
limpiar los dineros.
Algunos de sus 95.000 habitantes viven como dios y tienen de
Jefe de Estado a la Reina Isabel II que ni se inmuta con que en estas pequeñas
tierras se pueda esconder millones al fisco y aunque está a 24 kilómetros de
Francia no pertenezca a la UE para seguir disimulando como un país
independiente con una Constitución que data del siglo XIII. Una tierra que
sirve para tener más ganancias tramposas.
El tamaño es diminuto, aproximadamente como el de la ciudad
urbana de Barcelona, pero Jersey está lleno del dinero de jetas. Se calcula que
esconde dos billones de euros de ricos mundiales. Un millón y medio de millones
de euros. Lo suficiente para poder comprar ocho millones de viviendas. Lo pongo
en números: 8.000.000 de pisos.
Eso si, a Jersey le jode que se le considera paraíso fiscal,
que es un adjetivo que fastidia al turismo, dicen. Así que ellos mismos se
llaman: “Centro financiero internacional” que mola más.
Pero curiosamente casi el 50% de sus habitantes son pobres,
tienen serias dificultades para vivir y se tienen que ir de su paraíso. Es
decir, queda claro que la inmensa riqueza de una nación no garantiza que sus
habitantes viven aceptablemente.