Jordi Pujol ha cometido una barbaridad histórica de
complicado calado de valorar, tras hacer público un comunicado que intenta
explicar lo muy complicado de aclarar. Como es lógico esto no cierra puertas
sino abre muchas ventanas que en los próximos días iremos viendo de par en par.
Los que somos viejos sabemos que Jordi Pujol no iba para
político, que apareció en algunos medios de comunicación en los últimos
estertores de la dictadura como un mirlo blanco que había que fijar con
atención para la nueva España, fuera a través de las apuestas de Cuadernos para
el Diálogo o de Diario 16 después. Era un prototipo de empresario joven,
cuarenta y pocos años cuando murió el dictador, europeizado, con ideas nuevas y
un buen cartel en Cataluña. Había estado casi tres año en la cárcel con 30 años
de edad y aquello daba marchamo de calidad democrática como así además demostró
en los 23 años en que fue Presidente de la Generalitat desde el año 1980.
Ahora sabemos que aquella incursión en la política, forzada
posiblemente por sus ideas pero también por sus hechos pues fundó el partido
Convergencia Democrática, le llevó con sus mochilas tramposas a un puesto de
responsabilidad que tras dejar en lo mas alto, ha ido dilapidando poco a poco,
por lo que no quiso aclarar cuando debía.
Es complicado de entender un error de este calado, aunque si
en algún momento llegamos a saber los millones que se trasladaron a Suiza en
vida de su padre, comprador del laboratorio farmacéutico Fides
Cuatrecasas, tal vez entandamos que era un problema de tan gran calado que
imposibilitaba limpiar el honor y ser candidato a Presidente de Cataluña. O uno
o lo otro. Los líos de este laboratorio unidos a los de Banca Catalana van a
salir otra vez a la palestra, para emponzoñar más todavía el asunto catalán.