El expresidente de la Generalitat de
Cataluña, el conocido por todos como Honorable Jordi Pujol ha declarado que
durante 34 años ha estado haciendo trampas, coincidiendo en los años con los 23
que estuvo de Presidente de Cataluña. Mal ejemplo que ahora intenta limpiar
pidiendo perdón. Me recuerda al cazador de elefantes.
Nos intenta explicar que tiene su
familia cuentas en paraísos fiscales para no pagar impuesto, pero que todo
viene de una herencia recibida de su padre. Como le hemos escuchado decir varias
veces y de frente en la televisión a todos los españoles que él no tenia
cuentas en otros países y ahora se demuestra que es mentira, ya no sabemos si
creernos esto, aquello, nada o lo que nos de la real gana. Quien engaña una
vez, diez veces, es capaz de engañar dos u once.
Ser reconocido como “honorable” es un
título que tenemos todos pero que a muy pocos se les pone como adjetivo. Serlo
en y desde Cataluña es complejo. Es un reconocimiento que ayer se fue por las alcantarillas.
Siendo sinceros jode un huevo escuchar de su declaración, que los periodistas de
las tribus urbanas más ácidas tenían razón cuando decían de Jordi Pujol tantas y
tantas cosas que nos sonaban a odio.
No sabemos qué nos queda por escuchar
en esta trifulca de honorables tramposos, de desviadores de pelas, de gentes
que estaban para controlar y gestionar y efectivamente “se” lo controlaban y
gestionaban muy bien. España está hundida como sociedad y los cambios son tan
profundos como imposibles. La honorabilidad de España en Europa y en el mundo
es la que entre todos hemos querido que sea. Ahora nos toca a todos pedir perdón
y jodernos por lo que no fuimos capaces de evitar.