El Tribunal Constitucional avala la reforma laboral en un ejemplo
más de que hay que modificar claramente nuestra Constitución, pues si es capaz
de entender que esta reforma cabe en la Constitución, hay que modificarla con
sumo cuidado para evitar más desastres. Admitir que entra en la Constitución hacer un contrato con un año de pruebas en donde te pueden despedir en cualqueir momento y sin indennización, es de terror laboral y social.
Y eso sin entrar a valorar —que presuntamente
también debemos dudar— si los miembros del Tribunal Constitucional son de
verdad jueces imparciales o son profesionales de obedecer a quien los nombra.
Pero todo tiene una parte buena. Queda claro que la Ley de
la Reforma Laboral hay que suprimirla y debe ser un objetivo PRIMERO de todo
partido político excepto el PP al presentarse a las próximas elecciones
generales. El objetivo normal y primero debe ser suprimir por Decreto Ley y con
urgencia en cuanto se cambie de Gobierno, una Ley Injusta con los trabajadores,
que no sirve para lo que se creo.
Y efectivamente no sirve para crear empleo sino si acaso
para abaratarlo y dejarlo sin derechos, es aberrante en algunos aspectos de seguridad
laboral mínima, suprime derechos laborales adquiridos tras décadas de
negociaciones, crea excesiva tensión social y sobre todo laboral, no
flexibiliza el mercado laboral sino destroza a una de las partes, y se suma a
las anteriores reformas laborales (no todas del PP) que van mermando el derecho
laboral, anclando en España al mercado laboral en un desempleo increíble comprado
con los países vecinos de Europa. Es un camino perfecto para suprimir sentido a
los sindicatos y para que dejen de tener sentido los Convenios Sectoriales pues
priman los convenios de empresa sobre estos. Incuso diría que afecta
negativamente a muchas empresas y con ello a la productividad de todo un país.
Si las reformas laborales no sirven para resolver el problema
estructural en España que es constante desde hace 40 años, es que no sabemos
legislar. Ni el PP ni tampoco el PSOE.