La crisis económica actual —si un cambio poderoso en las
políticas económicas no lo impiden— ha llevado a España a una reforma profunda
en la realidad social y en una clara potenciación de las desigualdades económicas
de las personas y de sus futuros.
Nos vamos a dividir cada vez más entre los que tenemos y los
que no tenemos trabajo estable.
Entre los que tenemos derechos y defensas laborales y los
que tendremos que tragar con cualquier sueldo y cualquier situación laboral.
Ya nos han separado entre pobres muy ocupados y pobres
sobrevivientes que solicitan en silencio no caer a peor.
No valoran los políticos que cuanta más desigualdad social
hay, más peligra nuestra democracia, nuestra paz interior, nuestras
posibilidades de futuro. La tendencia es a que se avance en pagar menos
impuestos y además en venderlo como un logro para los trabajadores, cuando es
todo lo contrario. Cuantos menos impuestos paguemos menos ingresos tendrá el
Estado. Cuantos menos ingresos se recauden más recortes tendremos en servicios
universales. Con menos servicios por parte del Estado, más desigualdad social,
más peligro social.
Pero nos quieren vender la eficacia sobre el papel, cuando
no se quieren dar cuenta que en sociología la eficacia se mide en personas y en
futuro. Menos IRPF y más IVA es un claro retroceso para los que menos
posibilidades tenemos.
No hemos sido capaces de redistribuir la riqueza de un país
teóricamente europeo, pero en cambio sí somos capaces de redistribuir la
pobreza, que aumenta cada trimestre. Los sistemas fiscales están para
precisamente redistribuir las posibilidades sociales de cada país, pero si cada
vez restamos impuestos a los ingresos para aumentarlos sobre los gastos (menos
IRPF contra más IVA) estamos desigualando la sociedad. Pero es una manera de
que parezca que cobraremos más sueldo cada mes, cuando en realidad tendremos
bastante menos dinero para consumir o sobrevivir cada mes.