Es verdad que hacer dieta es un problema añadido al motivo por el que debes hacer dieta. Y que muchas veces fallamos por que el sistema que nos plantean para realizar la dieta es excesivamente duro. Pero también es cierto que cuando se nos plantea hacer dieta, en la mayoría de los casos es necesario cumplir con la necesidad.
Debemos distinguir las dietas para perder peso por estética de las dietas por problemas médicos, de salud. Ambas son muy importantes pero ambas tiene unos márgenes de actuación personal muy diferentes.
Normalmente las dietas van acompañadas de “algo más” que la supresión de ciertos alimentos. Una dieta hay que intentar cumplirla, el resto hay que exigirse sin duda el realizarlo. Generalmente ejercicio más o menos suave. Todo tipo de dieta es necesario, pero en casi todos los casos, más aun necesitamos cambiar hábitos y abandonar el sedentarismo. Sean dietas para perder peso, para la glucosa, para problemas cardíacos, etc.
Muchas veces las dietas que nos entregan son excesivamente restrictivas lo que dificulta que las admitamos y las cumplamos por agotamiento mental. Hay que moderarse, replantear a veces la dureza de la dieta, sobre todo si tienen que ser para toda la vida, y hablar con el profesional. Cada uno de nosotros tenemos una medida y una capacidad de soportar un cambio tan importante en nuestras vidas. Ser excesivamente duro con el cambio nos puede llevar a abandonarlo.
Si el cerebro nos pide saltarnos una dieta en un momento dado, es decir, tener “un capricho” debemos controlar el tamaño del deseo, y que permitir que se nos convierta en una trampa habitual. Pero es bueno tener la libertad de saltarse las normas muy de cuando en cuando. Si admitimos que nos estamos saltando lo indicado vamos bien. Lo malo es si creemos que saltarnos la dieta solo supone más beneficios mentales y ninguna calamidad en la salud.
Si tenemos que acudir a una fiesta, si estamos fuera de casa, si tenemos que estar junto a muchas personas y no te apetece tener que estar indicando que estás en una dieta leve o moderada, debes emplear algunos trucos que funcionan bien. Tomar un botellín de agua con gas antes de comer. O tomar una ensalada antes de salir de casa. O simplemente tomar de lo que te ofrezcan pero en mucha menos cantidad y degustándolo todo mucho más lentamente. Si quieres comer menos y que no se note mucho, nunca acabes la primera y para ello nada como degustar lentamente lo servido.
Si estás obligado a realizar dieta busca que dentro de lo que si puede comer, tengas todas las variables posibles. Las verduras son cientos y todas ellas se pueden cocinar y servir de decenas de forma distinta. Busca productos poco conocidos, recetas agradables y especies que refuercen los sabores y te entreguen platos diferentes. Intenta no aburrirte con la comida.
Todos perdemos el control de nuestro esfuerzo por dejar un mal hábito o una dieta cuando nos afecta un problema emocional. Dejamos de fumar pero volvemos cuando una situación se nos escapa de las manos. Lo mismos sucede con las dietas. Si hoy nos hemos cabreado no acudamos a la nevera en busca de ayuda, vayamos en el encuentro de una música o un libro, de pasear o de hablar con un amigo. Tu salud te lo agradecerá.