No me preguntes qué me gustó de esta puerta, pero me quedé
mirando y entendí que tenía su punto, su disparo, su fotografía. Es la Plaza
San Agustín de Zaragoza pero no se nota nada, simplemente refleja unas manchas
en una puerta de diseño. El uso del tiempo sobre las maderas la han convertido
en una puerta “vieja” pero en cambio es muy moderna. Pero si no cuidamos la
juventud, sin darnos cuenta se nos vuelve madurez y en breve ocaso. Lo que
parecía nuevo se nos ha convertido en mustio.