En León vi estás banderas todas bien puestas y firmes. No
había aire ni lluvia fina, se habían colgado así de descoloridas sin que la
sociedad hubiera hecho nada por ello. Alguien decidió crearlas así para
decirnos algo. Ahora, que cada uno de nosotros piense qué quería decirnos el
artista; pero esta grado de difuminado “banderil” es curioso y tal vez triste.
Nunca he creído en las banderas, en el siglo XXI y con la
experiencia de la historia por delante sirven más para dividir que para
agrupar, pero es triste que si hay que borrarlas o difuminarlas lo haga un
creador de ideas antes que una sociedad en su perfecto derecho a decidir, a
organizarse, a edificar su futuro. Aunque los creadores son los que nos van
enseñando los nuevos caminos a poco que se empeñan.