Es una flor de un día, a lo sumo de dos. Enseguida se agosta
y empieza a crear una semilla pequeña por flor, que al germinar se convierte en
un tubérculo del tamaño del puño. Pasa de ser una delicada flor a una lenteja
negra y dura para convertirse luego en un bulbo muy ramificado. Es la
metamorfosis vegetal.
Pero si nos ponemos a analizarnos todos, veremos que
sufrimos las mismas trasformaciones que la flor. Según nos dan tiempo y sol,
ganas y fuerzas, nos vamos transformando en otra cosa distinta de complicad análisis.
Siempre nos queda pensar que es por culpa de la naturaleza.