Nos comunicamos poco y mal, no escuchamos y no valoramos la importancia de la respuesta que se espera de nosotros cuando nos llaman. Debemos aprender a escuchar más, a conocer nuestro ambiente mucho mejor, a disfrutar de nuestros hijos en todas sus edades para que luego ellos puedan disfrutar de sus padres en las que sepan y puedan. La convivencia es entrega y recepción. Menos boca y mucho más oído.