Telecinco en su imparable camino hacia la bazofia suprema y sin
control dobla o triplica que me da igual sus emisiones semanales de Sálvame de
Luxe en un incomparable ejercicio del “más difícil todavía” para satisfacción
de casi dos millones de españoles fieles
a estos espacios amarillos de destroza personas que cobran por ello y mucho.
Son programas perfectamente guionizados para que parezcan
naturales, donde siempre hay algunos tontos sin enterarse del juego que sufren
en sus carnes los insultos psicológicos de sus compañeros de tertulia que los
destrozan para solaz de una audiencia que se siente maravillada con que a otros
les sucedan cosas que a ellos nunca les suceden. Ni para bien ni para mal. Es
Sálvame el espejo donde se miran los derrotados de la vida, los ociosos
aburridos, los que buscan el patio de vecindad 2.0 para alcahuetear a todo el
que se menea.
Todo por la pasta de unos pocos. Y lo curioso es que les
funciona a costa de cargarse la televisión en global pues son estos programas
los que más audiencia tengan aunque el número de españoles que ve la televisión
sea poco elevado y en declive. La televisión podría ser un gran invento pero lo
estamos convirtiendo en un contenedor de vómitos. Cuando no la tengamos siempre
nos quedará la radio e internet.