Está de moda mentir pero las modas pasan. Parece la habitual
pero hubo épocas en las que mentir se castigaba con graves penas. Aunque solo
las pagaban los pobres, como ahora. Casi todos los mentirosos mienten para su
beneficio. Es una constante. Nadie miente para perder. Y lo curioso es que
muchos de ellos saben confesarse para obtener el perdón desde la comodidad del
catolicismo. Es cómodo ser de confesión semanal. Solo cargas con los pecados
unos días.