La nadadora zaragozana y paraolímpica Teresa Perales es un ejemplo de trabajo y con sus 22 medallas olímpicas un ejemplo de deportista española con una energía inmensa que intenta trasmitir a todos. En una entrevista en elsombrario.com nos deja algunas frases que deberíamos recordar, en relación a un libro que ha escrito. Pero sus palabras son muy comunes en su forma de dirigirse a las personas que la escuchan en todo tipo de entrevistas, pues su filosofía de vida la explica para superación de todos.
Los problemas sólo hay que mirarlos para desengranarlos, para analizarlos; y que luego hay que olvidarse de ellos para que no nos bloqueen.
No nos tenemos que ver viviendo dentro de un cubo con sus aristas y sus caras limitantes, sino desarrollándonos en un plano que puede estar siempre en expansión.
Tú eres el centro de tu espiral, pero nunca entendido de una manera egoísta, sino pensando en los demás. Cada uno de nosotros forma parte de una espiral propia, de la que somos los protagonistas. Uno tiene que crear su propia espiral de optimismo y felicidad.
Cuando eres novato, puede parecerte que es imposible resolver el cubo de Rubik, porque te esfuerzas mucho pero nada termina de colocarse en su sitio. Eso quizá sea porque te empeñas en hacer prácticamente lo mismo todo el tiempo, moviendo y moviendo las piezas de un lado a otro pero sin rumbo, sin un plan; a pesar de tener más de 43 trillones de movimientos posibles, te parece que siempre caes en la rutina. Por consiguiente, tienes que intentar hacerlo de forma distinta.
No hay nada mejor en esta vida que levantarse por la mañana y tener algo que hacer, porque ese, en sí mismo, es un motivo para seguir vivo. Cuando estás motivado, tienes más ganas de empeñarte en conseguir lo que te has propuesto.
Su éxito se basa tanto en el entrenamiento emocional como en el físico, y que lo que más daño nos puede hacer en esta vida para no conseguir nuestros sueños es el autosabotaje. Cuando no cambias nada de lo que te rodea, cuando sigues actuando como siempre lo has hecho, no suele ser porque tu vida sea tan perfecta que no puedas hacer nada por mejorarla, sino porque no te atreves a intentarlo. Y eso es fruto de un comportamiento saboteador
Me resistí a que las etiquetas tuvieran que ser protagonistas en mi camino, y descubrí el poder de transformar mis propias creencias. Transformé la forma en la que la gente me miraba. Hice que la gente pasara de verme con lástima a mirarme con orgullo. Y para ello, en primer lugar, cambié la forma que yo tenía de verme. Así que, cuando pienso en lo que puedo y quiero o no hacer, no lo hago imaginándome dentro de una figura geométrica, con sus aristas y sus esquinas imposibles de romper. Lo hago creyendo que la actitud positiva y firme con la que me enfrento a las cosas es la llave para abrir cualquier puerta.
Lo que sucede es que se suele poner el foco en los problemas y no en las soluciones.
Los prejuicios, con los demás y con uno mismo, te llevan a cometer muchas equivocaciones.
Tan importante como lograr un objetivo, un sueño, es disfrutar del camino, de la gente que te acompaña en él y de cada una de las experiencias, incluso las negativas, para extraer aprendizajes.