En la Catedral de León dedicada a Santa María hay una
columna donde según cuentas las leyendas acudían a su base desde hace siglos los leoneses que
tenían en la antigüedad pleitos civiles, para dirimir bajo ella sus dudas con
la clásica lucha leonesa.
Generalmente eran dudas o pleitos sobre ganados, pastos o lindes de
terrenos y se cree que era una forma de justicia donde se empleaba la lucha como juez, anterior incluso a los
romanos, donde los dioses daban más fuerza pero también más maña al que tenía
razón, para vencer al contrincante con las reglas de juego que todavía hoy se practican
en la clásica lucha leonesa, donde dos hombres se agarran de un cinturón bien
prieto en la cintura, con las manos desnudas y como si fuera el sumo japonés
deben conseguir que el contrincante caiga con su espalda en el suelo o con la tripa donde tiene menos valor la caída.
Lo curioso es que en la columna bajo la que se dirimían los
conflictos hay un capital donde se ve a dos hombres practicando la lucha
leonesa y es una columna creen que del siglo XIV o XV. Las tradiciones siempre
tienen algo de religiosas, algo de real, algún motivo oculto.