Somos país de churros, de casualidades, de buenos bocados, de piratillas y jetas. Pero de simpáticos y de buena alimentación. Y de vicios menores, que son los mejores.
Nada como unos buenos churros con el café con leche de meda mañana, sean con chocolate o sencillos. Los churros deben tener el chocolate por fuera o deben tenerlo esperando en la taza, que ambos métodos son excelentes. Y crujientes, siempre crujientes para que al entrar en boca hagan ruido.
Estos churros valencianos y de ferias falleras dan ganas de ser atacados para que no se nos sequen o queden blandos. Pero no debemos pues engordan, según nos dicen los malos amigos. O los buenos, depende de nuestra gordura.
Los churros de feria siempre son buenos y siempre son caros. Y es que un churrero de feria lleva millones de churros fritos en su punto y a su temperatura. Me han dicho que uno de los trucos, hay varios, es añadir el agua a la masa a una temperatura determinada. Como son trucos secretos, nunca estaremos seguros.