Hay piratas peligrosos para sus amigos de piraterías, que además cometen sus fechorías sonriendo y contentos de haberse conocido.
El otro día pillaron a un pirata en su coche por una autopista española a 211 kilómetros por hora. Iba con su santa esposa y su hijo, pero no han comentado si iban gritando o encantados de la aventura.
Algunos piratas se lanzan desde el balcón del hotel en busca del mar Mediterráneo y solo encuentran las losas de las piscinas, que suelen estar duras y hacen pupita.
Un señor cincuentón se tiró algo ebrio desde una cascada en la Castilla de los ríos con una altura de aire de unos nueve metros. Como no supo romper el agua con las piernas sino con la cabeza y la espalda la pupita también le subió por el tracto duodenal hasta la columna.
Son auténticos piratas de la idiotez y el riesgo absurdo.