En la vida, ante ella, debemos admitir qué papel nos corresponde. Por muy diversos motivos nos vamos colocando al crecer, ante un papel determinado del que se puede salir o entrar, pero del que siempre debemos admitir como punto de partida.
Podemos ser peones o damas, alfiles o fortalecidas torres, pero nada hay mejor que cumplir con nuestro papel dignamente e intentar crecer si así lo deseamos. Y admitir que hay que cumplir el papel que nos corresponde con la mayor entrega posible. Tan válidos es un peón bien colocado que un alfil esperando agazapado a salir de su casilla.
Siempre que llueve se mojan los mismos, siempre entre los charcos encontraremos a los amigos peones de la vida. No queda otra que ir acostumbrándonos a soportar las tormentas de la vida con buena cara, para no tener que sufrir por lo que consideramos inevitable. Siendo peón también se puede ser feliz, sin que nos tengamos que sentir derrotados nunca.