En el siglo IX el Papa de entonces (hubo excesivos Papas en aquellos años) ordenó colocar en las veletas de los campanarios un gallo simbolizando el hecho de las negaciones de San Pablo a Jesucristo en la última Cena, donde le recriminó Jesús que antes de que cante el gallo, le negaría como amigo tres veces, para salvarse de los soldados.
Pero lo curioso es que algunas mezquitas musulmanas de la España del siglo IX también tenían gallos en todo lo alto rematando las torres y junto a medias lunas. De hecho en León se conserva uno de estos ejemplares. Muchas veces representaban gallos con las alas abiertas y que eran conocidos como “gallos de viento” o “farrûÿ al-ruwâh”.
Dicen los entendidos aunque no todos, que los gallos son símbolo del despertar del nuevo día, del aviso de la madrugada, del canto fuerte desde lo más alto avisando de que la nueva jornada está comenzando. Y por ello son considerados como animal que trae la buena suerte a quien está bajo su cobijo.
La imagen es de una torre campanario de la ciudad inglesa de Birmingham.