Vienes los tiempos de lluvia. El gran y escondido Banski nos dejó esta obra en alguna calle perdida para mostrarnos la candidez de una niña junto al milagro de la lluvia.
No podríamos vivir sin lluvia como no podemos vivir sin arte. Y si hay duda que se lo pregunten a los prehistóricos que ya en sus cuevas necesitaban decorarlas con símbolos que los acogiera, que los envolviera entre las sucias y sosas rocas.