La sociedad no somos tu y yo. No son solo
las personas que nos rodean, las que pasean por nuestras calles, las que
pueblan países muy lejanos. La sociedad es también los que vivieron antes que
nosotros aquí y sobre todo los que vivirán después de nosotros.
Nosotros somos una pequeña circunstancia,
un elemento muy temporal en nuestra sociedad. Venimos, nos ayudan a crecer,
intentamos estropear lo menos posible, a veces logramos mejorar algo el entorno
y nos vamos por donde hemos venido. Pero todo lo que nos hemos encontrado ya
estaba, y todo lo que dejamos lo vivirán o sufrirán los que vengan detrás. Así
que la mesura, el sentido común y la inteligencia social son imprescindibles
para intentar dejar todo un poco mejor de cómo nos lo encontramos.
Nuestra temporalidad es corta pero todos
creemos ser los reyes del momento y que nuestra capacidad de uso es infinita.
No nos han enseñado a disponer de lo que nos encontramos como meros inquilinos,
que estamos muy poco tiempo utilizando los que nuestros padres ya construyeron
para nosotros y para los que van a venir.
Y no hablo solo de la naturaleza que nos
envuelve, sino tal vez y sobre todo de las relaciones sociales, de la capacidad
para crear ambiente positivo perdurable.
Imaginemos que nuestra decisión pequeña
se multiplica, algo sencillo de suceder, y que trasciende a nosotros. Esto hay
que meditarlo antes de la decisión. Los edificios, las relaciones políticas o
sociales, los paisajes, las leyes, las normas, la convivencia, todo esto
trascenderá a nuestra temporal presencia.
Si nos equivocamos pueden ser otros los
que sufran nuestros errores. Si acertamos serán muchos otros los que sin saber
a costa de quien, disfrutarán del éxito. E insisto, no estoy hablando solo de
grandes decisiones. La suma de muchas pocas es tremendamente importante.