Me pareció un caos reunido, nada más ver esta pared. Un caso donde todo se mezclaba hasta formar como una papilla contra la pared para disfrute de nadie. No era un grafiti, no era una pared sin sentido, tampoco una pequeña obra de arte. Era una mezcolanza compleja.
Pero sobre todos sus elementos sobresalían dos maravillosos para un español dejado de la mano de dios. Son de esas cosas que en España todavía no hay muchas, y eso que nos han dado para el pelo más que al que más. Pero aquí somos muy de La Mancha y tenemos caballo. Aquellas dos cámaras de vídeo tan bellamente blancas no me sorprendieron pues venía de un autobús urbanos donde habían puesto cuatro, dos en el pasillo, una en la zona que sube al segundo piso y otra junto al conductor. ¿Quién controla a los que controlan las miles de cámaras que controlan?