La pobreza es siempre relativa (tremenda
barbaridad aunque sea real), pues depende tanto de los ingresos como de los
gastos, además de otros factores de la sociología de las personas. En un mismo
país el índice de coste de la vida es distinto entre zonas diferentes. En
España esto es claramente patente en los precio de la vivienda, pero también en
algunos precio de alimentación, ocio, vestido o restauración. Todo esto compone
una desigualdad a la hora de valorar la pobreza si solo valoráramos los
ingresos de las personas.
En este mapa de España vemos que si se
aplica el índice corrector del coste de vida, además de los distintos segmentos
sociológicos de las personas que componen cada comunidad, la pobreza es
diferente a la que de siempre hemos estimado. Aumenta en Cataluña, baja en las
Castillas y Extremadura, se mantiene en Andalucía y Valencia con arreglo a los
índices de la pobreza más asumidos.
Insisto como al principio, la pobreza siempre es
relativa. No es más pobre quien menos tiene, sino quien menos disfruta con lo
que tiene. Consumir es algo contrario al engaño del consumismo, al que nos han
llevado con trampas para seguir ganando más y más beneficio aquellos que
producen. Dicen que para nosotros.