Las violencias no las resuelven ni las provocan una persona sola. Puede ser el detonante, pero nunca una sola personas es el caldo de sopa que sirve para alimentar el conflicto.
Pero en cambio sabemos que las últimas guerras se basan en las personas una vez más, individualizando los ataques, las formas, los terrores. Un solo soldado puede ser más importante que mil, en costes de defensa, en efectividad de muerte, en terror, en avance o retroceso.
Las formas diferencian claramente a los contrincantes: los colores, las ropas, las barbas, las miradas. Pero no las armas que se han globalizado y ya todos los bandos llevan las mismas. Las deben comprar en parecidas ferias de muerte.
Esta imagen es del fotógrafo Bruno Domingos.