No podemos mirarnos por dentro, si acaso a través de un espejo para después reírnos de nosotros mismos.
Nos vemos al revés, diferente a como nos ven, pero al menos sabemos de nuestra imagen aunque sea distorsionada.
Mientras tanto nos quedan los ojos que nos rodean, para contarnos con su mirada y gesto el cómo somos.
Aunque casi siempre nos importa muy poco como nos ven y mucho el cómo nos vemos.