En México el Ministerio de Cultura o equivalente está republicando 100 libros clásicos pero poco clásicos, sin derechos se autor y a precio económico, buscando aquellos títulos menos conocidos desde de las obras clásicas de autores respetados e incluso amados.
Republicar es volver a publicar, sobre todo en países republicanos de nacimiento. Es llevar a los lectores páginas económicas para que abrazar a los clásicos sea posible. Si además cuidamos en la edición de quitarles polvo y paja de comentarios viejunos y de prólogos con sabor a naftalina, podemos adentrarnos a descubrir obras con años pero con actualidad.
Leer a los clásicos no es más duro que leer a los que se anuncian en programas del corazón. Es cuestión de decisión, de osadía, de elección directa por lo que sirve. Un clásico durará más, sin duda, pues no llevan conservantes ni colorantes, todo en él es auténtico, antes han demostrado su valía antes otras generaciones. Un clásico es como el buen vino, si está bien cuidado se mantiene en sus facultades.
En España se han realizado algunos intentos con bastante éxito que alguien debería repensar, pues nos faltan ganas de leer y así es complicado estar a la altura de lo que necesita la sociedad. No solo se necesitaría republicar una biblioteca básica de novelas, sino de poesía, ensayo, relatos o libros experimentales. Pero a precio muy básico para que nadie dudara en tenerlos en su armario de salón. Sería una inversión y no un gasto. Me estoy refiriendo al Ministerio de Cultura.