De cara a cualquier Nuevo Año aunque lo comiences en septiembre —siempre mirando las situaciones que casi nos obligan— todos hacemos balance e intentamos modificar hábitos o “cositas” de cara a mejorar. ¿Queremos cambiar de Año cuando realmente vemos que debemos replantearnos situaciones que no nos gustan?
Es un buen ejercicio personal hacer cambios importantes, pues es bueno ponernos en cuestión, analizar qué debemos, podemos y sabemos cambiar a mejor, en qué creemos que debemos seguir avanzando.
Y los puntos de inflexión son importantes para plantearnos cambios, para analizar lo que estamos haciendo en todos los ámbitos de la vida y pensar si vamos a ser capaces de cambiarlos a mejor. De esta manera, las empresas, las personas, mejoramos y avanzamos.
En el año tenemos al menos dos puntos de reflexión muy marcados en el calendario. Al final del verano, puede ser septiembre u octubre. Y al final de cada año.
No se trata de pensar en imposibles, todos los cambios importantes empiezan por un primer paso pequeño. Y no se trata tampoco de locuras, de cambios radicales, de irreflexiones.
Todo hay que hacerlo con la tranquilidad de la reflexión.
Y ser constante en el cambio si ya hemos decidido que es necesario.
Y recuerda: cada año nuevo empieza cuando nosotros queremos, no cuando nos lo marca un calendario de papel.