Un niño necesita conocer todas las posibilidades que ofrece la vida, todas las experiencias que esta nos entrega, aunque é sea todavía muy pequeño. Cuando las situaciones se conocer, ya no nos producen temor, o al menos tanto temor.
Nada es más sencillo para dar seguridad que haber conocido algo de lo que poco a poco nos va a tocar vivir. Por eso a los niños hay que enseñarle todo lo que le rodea. Nuevos sitios, personas diferentes, pequeños dolores o molestias, todos los comportamientos de las personas que le rodean. Protegerlo en exceso es negativo.
—¡Mama! ¿Me va a doler?
— Pues claro que si, pero solo un poquito. Se pasará enseguida y estoy aquí para abrazarte luego. Pero cogerte de la mano.
—¡Mama! Yo no quiero ir.
—Pero hay que ir, yo te acompañaré y verás que es muy sencillo.
La seguridad se trasmite con el tono de voz, con la compañía, con el contacto físico, con la propia seguridad de sus padres. Y nunca les avergüences si al final ellos lloran. Llorar es natural, y hay que dejarlos que lloren hasta que ellos mismos vean que ya no es necesario. Nunca les dejen solos en esos momentos y menos todavía les amenaces con abandonarlos si siguen con su pataleta. Calma, eso es lo que ellos necesitan.