Hoy se nos ha ido un amigo artista, un músico, un creador de ilusiones, un soñador que siempre tenía la sonrisa encima, que era simplemente un gran hombre. No se ha muerto, se ha ido.
En la ceremonia civil su hija de 26 años ha terminado el acto haciendo con todos nosotros unos ejercicios simples de yoga, una despedida gestual abriendo nuestro cuerpo y nuestra respiración hacia el cielo, como a él le gustaba hacer cuando se sentía ahogado por las dificultades.
Ha sido un ejemplo de entereza, de amor, de saber comprender que estamos de pasada, dejando señales, abriendo caminos, transmitiendo y compartiendo vida. Nada es nuestro, tampoco la vida, pero sobre todo no lo es si es bueno, eso siempre es de todos, nunca es nuestro.
Lo peor de todo, en esta vida, no lo podemos detener con nuestras fuerzas, el resto, todo el resto, siempre se puede moldear, modificar, dulcificar, amoldar a nuestras posibilidades. Estábamos todos los amigos, estaba él. Pero sobre todo estaba su espíritu de fuerza, su energía, su sonrisa. La que todos debemos intentar copiar para ser más felices en la vida.
La muerte no existe, es solo un cambio de percepción, de forma de seguir en contacto, de manera de hablarnos. Nadie muere hasta que no muere todos sus amigos.