Ahora están naciendo los que gobernarán el mundo del futuro

Cada día nacen unos 370.000 personas. Dentro de 15 años estos niños serán nuevos adolescentes —por desgracia no todos— que seguirán pensando que en muchos casos han nacido para nada. La inmensa mayoría de estos niños nacen en países sin dignidad social, sin garantías de tener una educación válida. Sin un nivel de vida comparable al suyo, al de nuestros hijos.

Usted me está leyendo y yo no quiero joderle el rato, pero estoy seguro que el nivel de vida de usted como el mío no tiene nada que ver con el de la mayoría de estos niños, aunque lo curioso es que estos chavales tienen muchas posibilidades de dominar el mundo del futuro, el mismo mundo donde van a convivir con nuestros hijos. De entrada sus padres en la mayoría de los casos nunca me podrán leer pues no tienen acceso a internet.

No sabemos quién los va a educar, ni para qué ni a qué nivel. No sabemos nada de la formación que tendrán, pero es imparable (y positivo) que sepan que el mundo en el que habitan es muy escaso y sin justicia social suficiente, y que hay una parte de los jóvenes de su edad que vive en unas condiciones muy diferentes a las de ellos, aunque en otros países a veces a solo unas decenas de kilómetros de distancia. Y es normal que aspiren a gozar de lo mismo que ya gozan nuestros hijos.

Durante siglos no hemos querido mirar más que a nuestro ombligo encogiendo la cabeza. Muchas veces ni al pasado al mirado por miedo a repetirlo, o ni al futuro por incapacidad. Pero ahora sabemos que el futuro nos encorrerá y que ya no podemos escondernos sin mirar. 
 
Lo curioso es que aun así, seguimos sin hacer nada por procurar la seguridad básica de nuestros hijos. Ni por puro egoísmo vital de especie, somos capaces de ver que el mundo merece ser cambiado, necesita abrirse a la humanidad, al humanismo y la justicia social. Solo nos queda preguntarnos si realmente no nos estamos mereciendo que nos pase algo malo, por ser tan miopes y torpes.