Hay que medir. Esto puede parecer una bobada pero en todo proceso de mejora, de creación, de productividad, de construcción de un proyecto, hay que estar constantemente midiendo.
En todos los procesos que yo he iniciado, una de las constantes y que mejores resultados me ha propiciado ha sido estar constantemente midiendo resultados, facturaciones, gastos, inversiones, movimientos, objetivos, mejoras. Hay que conocer, pero sobre todo hay que medir en el día a día apra que se puedan tomar las medidas necesarias con urgencia.
Todo es medible pero además todo es posible ser convertido en datos y ponerlos en relación a “algo”. Medir es sumar, es acumular datos, es comparar, es marcarse objetivos y ver como crecen, a qué velocidad o por qué motivos y empezar a sacar conclusiones. Medir si no es para comparar no sirve de anda. Medir si no estás constantemente actualizando datos y saber transmitirlos de forma pedagógica a quienes tienen la función de tomar decisiones, no sirve de nada.
No se trata sólo de hacer caja cada día (por poner un ejemplo), sino de saber el comportamiento de esos datos, los motivos por los que se mueven según sean unos días u otros, unos meses u otros. Saber qué esperamos de estos datos y comprobar hasta donde se confirman nuestras previsiones para tomar medidas lo más urgentes posibles. Medir y analizar es parte del trabajo constante de todo directivo. Tanto si el negocio funciona bien como si funciona mal. Solo con todos los datos es posible tomar decisiones de rectificación que se asemejen a lo que realmente se necesita.