Dice hoy Casimiro García Abadillo en su despedida como director de El Mundo que: “Hay vida después de la muerte” y es cierto. Pero solo hay vida si te la sabes edificar, pues tras la muerte está siempre agazapado el poder que te ha matado.
Nadie se muere banalmente, a todos se nos lleva un porqué, una enfermedad vista o no vista, un motivo secreto o aireado. Todos perdemos pie por algún motivo aunque no lo sepamos intuir. Muchas veces estorbamos y otras no sabemos estar a la altura. Algunas no nos queremos doblegar y otras no admitimos ser los criados de la nada. Pero por algo se produce el recambio.
A cierta edad es más fácil ser asesinado que a otras. Simplemente se pierde respeto y se creen los amigos o los enemigos que hay más miedo a la propia reacción y que por ello es más fácil prescindir del herido. Pero se pierde frescura siempre, se entierran capacidades, experiencias, sabores, divergencias que complementan.
Yo a El Mundo lo quiero poco, al mundo mucho. Pero me encanta vivir en esta España que se mueve a velocidad tremenda, donde nadie estamos seguros de nada. Encantar viene de hechizar, y así me siento. Cautivado por el arte de la magia política y social que cerrará la transición que vi comenzar y a la que acudí con ganas de correr delante. Nada se puede pedir más, bueno sí, tiempo para disfrutarla muchos años.